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CAPITULO: EL DESDOBLAMIENTO
1.- ¿Qué es el desdoblamiento?
R.- ¿Ignora usted realmente lo que es el desdoblamiento?. Entiendo muy bien señorita, que su pregunta es sincera. El desdoblamiento es sumamente simple y sencillo; es un fenómeno natural como el comer, el beber, etc., etc.
Es claro que cuando el cuerpo físico está adormitándose, el alma se sale de éste y viaja por todas partes; al regresar el alma, al meterse otra vez en su cuerpo recuerda muchas veces los lugares donde estuvo, las personas con las que habló, etc. y a esto se le denomina sueños; tal es realmente el desdoblamiento.
2.- ¿Esto sólo puede hacerse en sueños o también a voluntad?
R.- De todas maneras se necesita sueño para poder desdoblarse aunque sea a voluntad.
3.- ¿El desdoblamiento no es peligroso?
R.- Me parece que hacerse uno consciente de sus propios fenómenos naturales jamás puede ser peligroso; uno debe hacerse consciente de los alimentos que come, de lo que bebe, del estado en que se encuentra su salud y también del proceso del desdoblamiento que ocurre en toda criatura viviente.
4.- ¿Explíqueme usted la técnica para poder desdoblarme, quisiera ir a París a voluntad?
R.- Aquello que hace usted siempre en forma involuntaria, inconsciente, aprenda a hacerlo en forma voluntaria y consciente. Siempre se ha desdoblado usted; en instantes al estar dormitando toda alma se sale del cuerpo en forma desafortunadamente inconsciente; haga usted eso mismo, pero en forma voluntaria y consciente repito; cuando se sienta en estado de lasitud propio del sueño, cuando comience a dormitar, imagínese ser como un fantasma sutil, vaporoso; piense que se va a salir de su cuerpo; comprenda que usted no es el cuerpo; entienda que usted es una alma; siéntase siendo alma y levántese de su lecho con suavidad, delicadamente, como se levantan las almas.
Esto que le estoy diciendo tradúzcase en hechos concretos; no se trata de pensar, sino de hacer; al levantarse, dé luego un saltito dentro de su propia recámara con la firme intención de flotar en el espacio; así, es claro que si flota es porque ya está fuera del cuerpo físico; entonces puede salir de su recámara y flotar en el espacio; puede irse a París a Londres o al lugar donde quiera; mas si no flotare es porque se ha levantado de su cama con cuerpo físico, entonces métase nuevamente entre su lecho y repita el experimento.
5.- ¿Al flotar el cuerpo físico, queda en el lecho?
R.- Quiero que usted me entienda; es claro que si usted flota en el medio ambiente circundante es porque está fuera del cuerpo físico; en este caso concreto debe usted comprender que su cuero ha quedado metido dentro de la cama y que usted está fuera del cuerpo y lejos de la cama.
6.- ¿Cuándo uno siente flotar debe pensar que viaja a un lugar determinado?
R.- Quiero, distinguida dama, que usted comprenda que no se trata de pensar, sino de hacer, que es diferente. Por ejemplo, yo estoy viéndola a usted sentada en esa silla, mas si usted piensa que se va a levantar de esa silla y se va a la calle y no actúa, es claro que ahí permanecerá sentada en la silla; acción es lo que se necesita, ¿me ha entendido?
7.- ¿Eso es lo que me gusta de la gnosis que todo lo que no entiendo me lo explican claramente.
R.- Eso es claro; a nosotros nos gusta la exactitud en todo, la precisión.
8.- ¿Puede contarme algún caso concreto de desdoblamiento a voluntad?
R.- Con el mayor placer, distinguida señorita, voy a relatarle un caso personal. Quiero contarle a usted mi primer desdoblamiento; era yo muy joven todavía cuando resolví desdoblarme a voluntad. Recuerdo claramente que entonces puse mucha atención en el proceso del sueño y cuando ya me sentí dormitando en ese estado de transición que existe entre vigilia y sueño, actué inteligentemente.
Yo no me puse a pensar que me iba a desdoblar, porque es obvio que me hubiera quedado pensando y no hubiera realizado el anhelado experimento; repito; actué, me levanté con gran suavidad de mi propio lecho y al hacerlo se produjo una separación muy natural entre el alma y el cuerpo; el alma quedó afuera y el cuero quedó en la cama dormido.
Salí de mi casa a la calle en forma espontánea y clara y luego caminé por una calle solitaria. deteniéndome en la esquina siguiente de la calle, reflexioné por unos instantes sobre el lugar a donde debía dirigirme, resolví marcharme a Europa.
Es ostensible que tuve que viajar por encima de las aguas del Atlántico flotando maravillosamente en el espacio luminoso; me sentí lleno de una dicha inconcebible para los seres humanos y al fin llegué a la ciudad de París.
Caminando o mejor dicho flotando en esa atmósfera luminosa, sentí instintivamente la necesidad de entrar en una casa. No me pesa haber penetrado en cierta mansión; lo curioso del caso fue el encuentro con un iniciado que había conocido en antiguas reencarnaciones.
El también estaba fuera del cuerpo; pude evidenciar ciertamente que su cuerpo yacía dormido entre la cama; junto a él ví a una mujer y dos niños que también dormían; entendí que se trataba de su esposa y de sus dos hijos.
Salude cariñosamente a mi amigo y al alma de su esposa, que estaba también fuera del cuero; no está demás decir que como los niños aquellos dormían, sus almas estaban afuera.
Trataron de asustarse aquellas almas infantiles con mi inusitada presencia; comprendí la necesidad de retirarme para evitar que tales almas espantadas regresaran a sus respectivos cuerpos; es incuestionable que si esto hubiera sucedido, los niños hubieran llorado entre la cama y el llanto habría despertado a mi amigo y a su esposa; entonces el diálogo se habría suspendido; tanto el alma de mi amigo como la de su esposa se hubieran visto obligadas a penetrar en sus respectivos cuerpos de carne y hueso.
Todo esto lo comprendí en milésimos de segundo y para evitar precisamente este problema, propuse a mi amigo abandonar la casa para salir conmigo a dar una vuelta por las calles de París; grande fue mi alegría cuando el aceptó.
Nos fuimos juntos por las afueras de aquella gran ciudad y hasta le aconsejé volver al camino es entrando en la senda de la luz; por último le propuse visitar un templo maravilloso que existe en Alemania; mi amigo declinó tal invitación diciéndome que no podía hacer eso porque debía concentrar su atención en los problemas de la vida práctica, puesto que tenía mujer, hijos, etc., etc., me despedí de aquél iniciado y suspendiéndome en la atmósfera, pasé por encima de unas grandes murallas y luego me fui por una carretera, por un camino serpentino lleno de curvas, hasta que llegué a un templo maravilloso.
Frente a tal santuario vi a muchas almas de distintas nacionalidades; gentes que durante las horas del sueño se escapaban de su cuero para llegar hasta el santuario.
Todas esas gentes reunidas en distintos grupos platicaban entre sí; hablaban del cosmos, de las leyes de las reencarnaciones y del Karma, de los misterios de la vida y de la muerte, etc.
Busqué entre tales grupos a cierto amigo hábil en el desdoblamiento, más no lo hallé.
Entonces me acerqué hasta el umbral del templo y ví un jardín exquisito con flores deliciosas que exhalaban un perfume embriagador, en el fondo se destacaba la silueta de un templo espléndido iluminado por los esplendores de las estrellas; quise entrar, mas el guardián intervino diciéndome: Este es el templo de la sabiduría; retírate, todavía no es tiempo.
Obedeciendo las órdenes, me retiré a cierta distancia sin alejarme demasiado del umbral; entonces me miré a mí mismo; observé mis manos y mis pies espirituales y hasta me permití el lujo de compararlos con las manos y pies de ese cuerpo de carne y hueso que allá, en América Latino, en la tierra sagrada de los Aztecas, había dejado dormido entre el lecho.
Es evidente que todas estas comparaciones dieron por resultado que instantáneamente regresara a mi vehículo físico material que roncaba profundamente dormido entre la cama; entonces desperté sobresaltado diciéndome: Estuve en el templo de la sabiduría; qué dicha, qué felicidad.
Todavía hoy en día no puedo olvidar aquella luz blanca, tan inmaculada que resplandecía en aquél santuario. Ciertamente, esa luz no parecía de ninguna lámpara física; salía de todas partes y no hacía sombra de ninguna especie.
9.- ¿Puede uno viajar a cualquier lugar aun sin conocerlo?
R.- Yo fui a ese templo divino y sin embargo, no lo conocía, me llevó dijéramos un sentido telepático superior; podría decirle que me guió mi propio espíritu.
10.- ¿Cuando hace el desdoblamiento a voluntad puede recordar cuando despierta a donde fue?
R.- Es claro que si no recuerda es porque no se ha desdoblado a voluntad, pues a mí me parece imposible que una persona que se desdobla a voluntad, que se sale del cuerpo intencionalmente, conscientemente no sea capaz d recordar lo que vió fuera de su cuerpo. Por ejemplo, cuando usted sale de su casa, ¿recuerda lo que vió en la oficina? ¿el trabajo que ejecutó, las órdenes de su jefe?
11.- sí, recuerdo todo lo que hice en la oficina cuando regreso a la casa.
R.- Pues este es el mismo caso, señorita; recuerde que su cuerpo físico es una casa de carne y hueso, si usted se sale a voluntad de tal casa verá muchas cosas y si se regresa usted voluntariamente, también es obvio que recordará todo lo que vió y oyó.
CAPITULO: FENÓMENOS MÍSTICOS
1.- Cierta ocasión en que trataba de hacer ejercicio de meditación en el campo, me sentí salir del cuerpo como si me estremeciera; de pronto sentí que volaba a grandes velocidades llegando en un par de segundos a Egipto; descendí muy cerca de la esfinge sintiendo el calor de la arena en la planta d los pies, pudiendo tocar las enormes y carcomidas piedras del gigantesco monumento; fue una gran sorpresa para mí el ver tan claro panorama y tan vívida percepción del cielo y una tenue brisa que venía del Río Nilo que movía unas grandes y delgadas palmeras.
Después de un breve descanso, sentí una especial atracción que me hizo elevarme del piso hasta flotar aproximadamente a la altura de la nariz de la esfinge, en la cual había una pequeña cavidad por donde penetré hacia una escalera que descendía en forma muy estrecha y semi-iluminada, que me condujo a la puerta de una cámara donde se encontraba un guardián vestido con un mandil, sandalias doradas, un tocado en la cabeza con una diadema dorada que semejaba una cobra en actitud de picar, en la mano derecha una lanza que me impedía pasar; sus ojos eran de un azul verde muy penetrante y su piel morena; no pronunció ni una sola palabra; solamente me examinó y me hizo un saludo de pase el cual contesté; se sonrió y recogiendo la lanza me hizo pasar con una amable reverencia; penetré en una gran cámara donde se oían unos cantos muy leves de un coro que pronunciaba oraciones en forma de cantos deliciosos.
Había en el ambiente un humo de incienso de color rosado; el cual olía a un extracto de rosas rojas y que hacía vibrar mi cuerpo de pies a cabeza; había también muchos símbolos egipcios en las paredes, que a pesar de no entender me eran muy familiares; después de ver el rico decorado de aquella cámara, que indudablemente debe ser un templo muy especial, sonó un gong y aparecieron tres Maestros los cuales tenían un rostro apacible y venerable pero la mirada muy penetrante; dos de ellos venían vestidos de amarillo y uno con túnica blanquísima; después de saludarme me dieron la bienvenida con un abrazo muy fraternal.
Luego oficiaron una misa en un altar que había entre dos columnas enormes con un gran escarabajo de oro que resplandecía entre el humo del incienso; después se iluminó una pileta de agua cristalina que antes no había notado; me acercaron a ella y empece a verme con un rostro horriblemente negro y barbado como de orangután; luego vi muchos pasajes de mi vida en donde cometí toda clase de pecado; terminé gimiendo y llorando.
Después me amonestaron y me dieron consejos en forma simbólica, entregándome un Escarabajo de oro macizo; lo pusieron en mi mano derecha cerrándomela y pronunciando unas palabras que yo no entendí, diciéndome que lo conservara y me hiciera merecedor de tenerlo siempre a mi lado; después me bendijeron y regresé a mi cuerpo, despertando instantáneamente muy impresionado y sin que hasta la fecha se me olvide ningún detalle.
¿Podría usted decirme que sucedió y qué significado tiene todo esto para mí?
R.- Con mucho gusto contestaré a su pregunta. A todas luces resalta con entera claridad meridiana un desdoblamiento. Usted quedó dormido mientras meditaba y oraba, y entonces su alma salió del cuerpo y fue a dar a Egipto, la Tierra Sagrada de los Faraones.
Quiero que usted comprenda que entró espiritualmente al templo misterioso de la Esfinge. Me alegra mucho el que haya descubierto una puerta secreta en la misma nariz de la Esfinge. Es obvio que no se trata de una puerta invisible para los sentidos físicos pero perfectamente visible para la inteligencia y el corazón.
Es ostensible que el templo de la Esfinge tampoco se encuentra en este mundo físico; se trata de un templo invisible para los ojos de la carne, pero totalmente visible para los ojos del espíritu. Lo que le sucedió a usted es algo muy similar a la experiencia aquella de San Pablo, el cual, como es sabido, fue llevado a los cielos y vio y oyó cosas que a los hombres no les es dable comprender.
No hay duda de que usted en una pasada existencia fue iniciado en los misterios Egipcios y debido a esto se le llamó en el templo. Por eso, por esa llamada que le hicieron cuando usted estaba en meditación, fue precisamente a dar allí.
Asistió usted espiritualmente a un ritual Egipcio; vio y oyó a los sacerdotes del Templo; escuchó sublimes cánticos y vio en el agua a su Yo Pecador y a todos esos delitos que usted ha cometido. No hay duda de que se vió así mismo bastante feo; es que uno se vuelve así de horrible con los pecados.
Le entregaron un escarabajo sagrado, de oro puro, símbolo maravilloso del alma santificada; eso es todo. Espero que usted, caballero, me haya comprendido; es indispensable que se resuelva a seguir el camino de la santidad; que se arrepienta de todos sus errores.
2.- En otra ocasión en que hacía ejercicios de meditación en pleno bosque en las cercanías de la población de Cuernavaca, México, junto a un amigo espiritual de mucha sabiduría, a quien estimo como a un Padre, tuve la siguiente experiencia:
Nos sentamos ambos en posición Yoga conocida como Flor de Loto e hicimos unos ejercicios de respiración; después entramos en silencio y meditación; inmediatamente me sentí transportado a las Cordilleras de los Montes Himalayas, más bien en el área del Tíbet; en el lugar hacia un tremendo frío y se escuchaba el agudo aullar de los vientos; veía también algunos soldados chinos armados rondando por esos inhóspitos lugares. Llegué a una planicie un tanto nublada donde se descubría poco a poco una majestuosa construcción amurallada, la cual tenía un enorme portón de madera sujeto con clavos de hierro forjado hacía siglos atrás, en esta ocasión custodiada estaba la entrada por dos soldados de tipo Tibetano, que al acercarme me marcaron el alto y me dijeron que esperara un momento a que consultaran si tenía derecho a pasar o no.
instantes después recibieron un mensaje y se oyó el rechinar de las bisagras del enorme portón, diciéndome que pasara. A primera vista me pareció una ciudad celestial y a la vez espectacular, ya que resplandecía la blancura del mármol y los deliciosos jardines con flores de una belleza indescriptible y arbustos de tonalidades verdes y amarillas nunca vistas en la tierra; caminé por unas amplias escaleras que tenían barandales con columnas torneadas en bellas figuras de mármol y que me condujeron a una plazoleta que tenía fuente de agua cristalina y vaporosa; era pequeña y tenía en el centro un hermoso niño que vertía un cántaro de agua que nunca se acaba; luego tomé hacia la derecha dirigiéndome hacia un portal de un edificio alargado horizontalmente, que tenía siete columnas de mármol bellamente decoradas; al estar observando el pasillo se empezaron a escuchar coros angelicales que trajeron consigo a una figura que destellaba luminosidad y respeto, nada menos que la figura del Maestro Jesús el Cristo, a quien, al verlo sentí desfallecer; me miró fijamente y en su rostro se dibujó una sonrisa de amor y fraternidad. Acto seguido se acercó a mí y puso su mano derecha sobre mi frente pronunciando las siguientes palabras: «ID Y ENSEÑAD A TODAS LAS NACIONES QUE YO ESTARE CON VOSOTROS».
Después caminamos por otros pasillos y nos encontramos a otros grandes Maestros, entre los cuales reconocí al Maestro Samael Aun Weor, a quien llamó en voz alta y le recomendó se hiciera cargo de vigilar e instruir a mi humilde persona; después llamó a otros alumnos y Maestros vestidos de blanco que se encontraban cerca, y nos bendijo con oraciones y Mantrams especiales. Personalmente nos despidió al Maestro Samael y a mí, viendo cómo se cerraba nuevamente el portón y cómo desaparecía de nuestra vista tan magnífico recinto.
Al regresar a m cuerpo, abrí los ojos y vi que mi amigo aún no despertaba pero un minuto después despertó y comentamos las experiencias vividas.
¿Cómo es que un humilde estudiante gnóstico sin mérito de ninguna especie, haya tenido tan maravillosa experiencia, y le hayan confiado esta misión tan delicada?
R.- Con el mayor gusto responderé a su pregunta. Ya ve usted lo que es la meditación y la oración. Si una persona de buena voluntad se entrega a la oración y a la meditación, puede tener la dicha de llegar al éxtasis. Entonces el alma se sale del cuerpo, como ya lo hemos explicado muchas veces, y viaja a cualquier remoto lugar de la tierra o del infinito.
En el caso concreto suyo, es claro que fue a dar al Tíbet, y penetró en un templo secreto donde pudo ver a los Maestros de la humanidad y a nuestro Señor el Cristo. No olvide usted que el alma en oración, en éxtasis, puede llegar a ver al Cristo; usted tuvo esa dicha y no hay duda de que el Señor le encomendó enseñar esta doctrina de la Gnosis a todos sus semejantes.
Es obvio que yo debo darle esas enseñanzas; por eso vio usted y oyó que el Señor se preocupó porque le instruyera.
CAPITULO: EXPERIENCIAS MÍSTICAS DE UN NEÓFITO
1.- En una de las prácticas de salida Astral, una noche del año 1966, logré salir conscientemente de mi cuerpo y sentir una liberación muy especial, ya que mi ser sentía una alegría indescriptible y volé, volé como pájaro hasta otro planeta para mi raro, pero que tenía mucho parecido con la tierra, ya que veía enormes y verdes bosques poblados de pinos y una cabaña de troncos en la que había algunas gentes haciéndome señas; descendí y me encontré con la grata sorpresa de que estaba ahí el Maestro Samael Aun Weor, con algunos familiares y discípulos conocidos, quienes me recibieron con un abrazo muy efusivo y una alegría muy especial que no puedo describir.
Luego el Maestro me invitó a caminar por el bosque hasta llegar a un puente de piedra donde me explicó que ese planeta era la Luna en pasadas épocas, cuando había habitantes, animales y vegetación y que era la antigua Tierra Luna o Tierra Madre Luna y me enseñó ríos, montañas y grandes mares.
¿Me podría explicar como es posible visitar otro planeta en épocas tan remotas como esa?
R.- Ya ve usted distinguido caballero lo que es el desdoblamiento; entonces el alma puede transportarse a otros planetas y conocer muchos misterios; usted fue realmente en alma, espíritu, como quiera decir, a ese satélite que resplandece en las noches estrelladas.
Ciertamente allá se encontró a mi espíritu en el citado puente; empero es obvio que lo que usted vió, el puente, el río, la vegetación, etc., etc., corresponden a un pasado sumamente antiguo, porque hoy en día ya la luna es un cadáver.
Es bueno que usted sepa que los mundos, las personas, los vegetales y los animales, nacen, crecen, envejecen y mueren. En nombre de la verdad debo decirle que hoy la luna es un cadáver. Ese satélite tuvo vida en abundancia; pasó por su infancia, por su juventud, por su madurez, envejeció y murió.
El alma puede ver no solamente el futuro y el presente sino también el pasado. Lo que usted vio corresponde exactamente a aquella época pasada en que la luna tuvo ríos caudalosos, profundos mares, exuberante vegetación, volcanes en erupción, vida vegetal, animal y humana.
Quiero que usted sepa que los Selenitas existieron; la luna tuvo 7 razas humanas a través de sucesivos períodos históricos; las primeras fueron de gigantes y las últimas fueron de liliputienses, es decir, pequeñísimos. Las últimas familias humanas que vivieron en la luna podríamos catalogarlas como de hombres hormigas; no se extrañe de lo que le digo; esto siempre sucede en todos los planetas; las primeras razas son de gigantes y las últimas demasiado pequeñas.
Lo felicito por haber recordado lo que vió y oyó en la luna.
En un futuro, los Arqueólogos podrán encontrar bajo el subsuelo lunar ruinas de ciudades antiquísimas; ya verá usted las noticias en todos los periódicos.
2.- En el mes de Julio de 1969, teniendo la oportunidad de visitar una población del Estado de Hidalgo en compañía del Maestro Samael Aun Weor, su familia, un amigo, otro discípulo y un humilde servidor, partimos en automóvil en una tarde muy lluviosa y algo fría a una zona arqueológica, pensando nosotros en que no iba a ser posible visitar el lugar propuesto, ya que en la carretera llovía fuertemente y apenas había visibilidad.
Recorrimos así casi todo el camino y al llegar vimos con sorpresa como se aclaraba el pueblo a donde nos dirigíamos, estando alrededor cargado de nubes negras.
No obstante, pudimos visitar la zona arqueológica prácticamente en su totalidad. Noté que el Maestro hizo algunas concentraciones instantáneas y posteriormente comentó con su esposa que ya se había terminado el permiso; luego me preguntó que si me había dado cuenta del fenómeno que se había producido, respondiéndole afirmativamente, pues era claro que él había pedido que cesara la lluvia; luego nos indicó que subiésemos al coche e instantáneamente empezó a llover a cántaros.
¿Me podría decir como fue posible este milagro?
R.- Es bueno que usted sepa que los 4 elementos: fuego, aire, agua y tierra están densamente poblados por criaturas elementales de la naturaleza; puede que a usted se le haga raro lo que le estoy diciendo, pero en todas las épocas de la historia existieron tradiciones sobre eso que se llama hadas, ninfas, nereidas, silfos, duendes, etc.
Pues bien, esos son los elementales; se les llama así porque viven en los elementos. Los pigmeos, por ejemplo, viven entre las rocas de la tierra; las salamandras viven en el fuego; los silfos en el aire en las nubes; y las Nereidas en las aguas.
Las gentes incrédulas no aceptan nada de esto, pero creo que usted es una persona que tiene fe y por ello con el mayor placer le explico y respondo a su pregunta.
Por medio de ciertas fórmulas secretas, mi propio espíritu dió órdenes a los silfos que viven en las nubes para que alejaran a éstas. Sin embargo, no debe usted ignorar que las aguas están manejadas también por las ondinas. Si los silfos promueven corrientes psíquicas especiales, se llevan a las nubes, las mueven, las alejan del lugar y con ellas también se van las ondinas de las aguas; entonces momentáneamente se puede alejar la lluvia; empero esto sólo lo hacemos nosotros los Iniciados en casos muy especiales porque de lo contrario se establecería el desorden en la naturaleza.
Cuando un Iniciado Gnóstico realiza un milagro de estos, lo hace siempre con permiso de los seres superiores. El milagro que usted presenció fue necesario, pues se necesitaba estudiar algunos monolitos de Tula, por cierto bastante interesantes.
3.- En una práctica en que quise recordar mis pasadas vidas, tal y como usted nos ha enseñado, traje las siguientes experiencias:
Me vi en las pirámides de Teotihuacán en la época de los Aztecas, donde se encuentra la ciudadela; había una gran multitud que hacía grandes aclamaciones y vociferaciones, pues en toda la Avenida de los Muertos había gente del pueblo, soldados y políticos ricamente ataviados con penachos, brazaletes, sandalias y ornamentos de oro y pedrería.
Por esta avenida caminábamos varios prisioneros atados de manos y cuellos, rodeados por varios soldados vestidos de caballeros tigres y águilas que nos llevaron al pie de la pirámide del sol, donde había una gran fogata; al llegar a la plataforma nos formaron. Un sacerdote hizo una señal y todos callaron; entonces comenzaron a sonar las chirimias y los teponaztlis; después vinieron doncellas bailando danzas de una fastuosidad indescriptible.
Al terminar las danzas vinieron doce ancianos que hicieron una especie de «Corte marcial» y nos juzgaron. Posteriormente nos vendaron los ojos, haciéndonos subir los escalones de la pirámide, por cierto que algunos resbalaron y cayeron; ya que escuchamos el ruido y los gritos de dolor, recuerdo que sentía los escalones estrechos que apenas penetraba la mitad del pie; al llegar a la parte superior hubo oraciones, invocaciones y ofertorios y fuimos sacrificados al Dios Huitzilopchtli.
¿Me podría explicar que sucedió? ¿Es esa reencarnación o retorno?
R.- Usted, en meditación, quiso recordar sus vidas pasadas; se adormeció un poco y entonces su alma salió del cuerpo de carne y hueso; después vinieron las distintas escenas, recuerdos de un pasado. Lo invitó a comprender que ciertamente usted fue un habitante Azteca en el México antiguo.
Ya vió como se juzgaba a muchos delincuentes y después es obvio que se les sacrificaba a los Dioses. Así pues, no todos los inmolados en el Ara de los sacrificios humanos eran personas inocentes; existió pues, en el México Precolombino, los sacrificios humanos.
CAPITULO: NEGOCIOS
1.- Señor, tengo un negocio y últimamente se me ha puesto la situación económica muy difícil; mi establecimiento marcha pésimamente; los clientes se me han retirado. ¿Que debo hacer?
R.- Ante todo, mi estimado amigo, debo decirle que usted necesita guardar 40 días de castidad absoluta, pues entiendo que usted ha vivido una vida muy profana, ha sido muy fornicario, ha gastado torpemente sus energías sexuales.
Es indispensable, es urgente, que usted comprenda la íntima relación existente entre los órganos sexuales y la glándula pineal. No se sorprenda de lo que le digo; tal glandulita se encuentra situada en la parte superior del cerebro.
Todo estudiante Gnóstico sabe muy bien que en nuestro organismo tenemos establecido todo un sistema inalámbrico. El plexo solar, situado en la región del ombligo, es la antena receptora o telepática que capta las ondas mentales de nuestros amigos y enemigos y los trasmite a la mente, y la glándula pineal es el centro emisor del pensamiento que transmite ondas a distintas personas y lugares.
Es claro que los grandes comerciantes, los grandes líderes de todos los tiempos, tienen muy desarrollada esa glándula.
Cuando se malgasta la energía sexual, la glándula pineal se debilita, se degenera; entonces ya no puede emitir con fuerza las ondas mentales, y viene el fracaso en los negocios.
Como quiera que usted es un hombre profano que nada sabe sobre nuestros estudios esotéricos, lo único que puedo aconsejarle es que guarde siquiera 40 días de castidad absoluta para acumular energías sexuales y dar fuerza a su glándula pineal; así mejorará su situación económica; habrá un cambio favorable.
Le aconsejo además llevar azufre entre sus zapatos. ¡No se sorprenda!; recuerde que las emanaciones etéricas del azufre le limpiarán su atmósfera personal.
Debe usted saber que con la fornicación se forman muchas larvas invisibles en su alrededor, en su aura; de ellas existen variadas especies, empero como las emanaciones del azufre esas asqueantes larvas se desintegran y se aclara su atmósfera.
Además, conviene que limpie el ambiente donde tiene su negocio; haga sahumerios ahí con azufre; esto por unos 9 días; después, por otros 9 días, haga sahumerios con azúcar para endulzar el ambiente para hacerlo agradable. Estamos hablando de ocultismo y creo que usted me debe comprender, pues necesita mejorar su negocio.
2.- Podría usted indicarme que puedo hacer para prosperar? Yo vendo artículos en el interior de la república sin tener negocio establecido, solo que hay meses que no logro cobrar nada.
R.- Comprendo su situación, amigo mío; con toda sinceridad quiero decirle que cuando uno cumple realmente con los 10 mandamientos de la ley de Dios, cuando ora diariamente al Padre que está en secreto, es claro que la situación mejora. El Padre le da a uno todo; nada le hace falta entonces; mas cuando uno anda mal, cuando no cumple realmente con los 10 mandamientos, cuando no se entrega al Padre, entonces él se ausenta y cae uno en desgracia.
Siga usted mis consejos; haga muchas obras de caridad, guarde castidad, báñese con yerbas aromáticas, tales como yerbabuena de menta, manzanilla, eucalipto, nogal, etc. ¡use estas plantas por 40 días en su baño diario y repito, haga obras de caridad por toneladas; sólo así puede mejorarle su situación económica.
3.- ¿Bueno, pero que entiende usted por castidad?
R.- Amigo mío, no voy a explicarle a usted el ARCANO A.Z.F. de nuestros estudios Gnósticos porque no lo entendería; este libro es tan sólo una cartilla elemental para las personas que jamás han estudiado nuestras obras; me limitaré únicamente a decirle que guarde 40 días de abstención sexual en pensamiento, palabra y obra; eso es todo. Si usted desea penetrar un poco más en nuestros estudios, lea usted nuestros libros avanzados tales como el Matrimonio Perfecto y muchos otros.
4.- ¿Podría usted explicarme cuales son las obras de caridad que puedo hacer?
R.- Es bueno que usted sepa que las obras de caridad en la obras de misericordia: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, enseñar al que no sabe, curar a los enfermos, etc.
5.- ¿Podría decirme cuando debo hacer una obra de caridad y cuando no y a quienes?
R.- Uno no es juez para juzgar; además la caridad no necesita juez. Esto es cosa de sentido común. Dar de comer al hambriento es algo muy humano porque hasta a los presos se les da de comer; dar de beber al sediento es algo muy lógico ya que sería demasiado cruel negarle un vaso de agua a una persona con sed; regalarle una camisa al desnudo es algo muy natural; consolar a un afligido es muy humano; para eso no se necesitan jueces, mas sería el colmo del absurdo darle alcohol a un borracho, o prestarle una arma a un asesino. Amor es ley, pero amor consciente.
CAPITULO: ASUNTOS DE AMORES
1.- Quiero pedirle a usted un favor, señor; sucede que mi marido ha sido apartado por otra mujer, sufro lo indecible, y no sé que hacer. Como quiera que usted conoce las ciencias ocultas, me parece que podría arreglar mi problema. Sé que usted dispone de una fuerza mental maravillosa y que, por lo tanto, puede dominar la mente ajena, sugestionar al ser amado, ponerlo a mis pies por medio de la magia. ¿Qué precio pondría usted a su trabajo? Yo puedo pagarle lo que sea.
R.- Creo que usted se ha equivocado, señora; yo no soy mago negro; utilizar las fuerzas de la mente para subyugar a otros, para esclavizarlos, para obligarlos, es violencia y todo acto violento es magia negra. Cada cual es cada cual y nadie tiene derecho a intervenir en los asuntos ajenos; es absurdo querer dominar a otros.
¿Cuándo será que las gentes aprendan a respetar el libre albedrío de los demás? ¿Cree usted acaso que se puede obligar impunemente a alguien a amar a los demás a la fuerza, así porque sí? Es necesario que sepa que esa clase de acciones de magia negra se paga con muy fuertes castigos; los Angeles del destino no están dispuestos a perdonar esta clase de delitos; si usted continúa por ese camino recibirá su castigo. En el mundo existen muchas gentes dedicadas a la hechicería, a la brujería, a la magia negra. Millares de hechiceros viven de ese sucio negocio y es claro que tales gentes no progresan porque la magia negra trae miseria, hambre, desnudez, supremo dolor.
2.- ¿En las personas que se dedican a la hechicería también alcanza el castigo a sus hijos?
R.- Es claro que el ambiente de los magos negros suele ser desastroso; los hijos de estos tenebrosos también son tenebrosos. Es evidente que las almas perdidas busquen a los magos negros como progenitores o padres terrenales; no es pues de extrañarse el que los hijos de los perversas sean también perversos y caigan en la desgracia.
Es lamentable que las gentes no entiendan la necesidad de respetar el libre albedrío de los demás; existe siempre la tendencia nefasta de dominar a otros a la fuerza, de querer imponer nuestras ideas al prójimo, de intentar obligar a que los demás hagan lo que nos viene en gana; todo eso se paga carísimo con lágrimas, miseria y supremo dolor.
3.- ¿Porqué estos magos negros consideran que están haciendo un bien a la humanidad puesto que aunque cobran, los están ayudando a resolver sus problemas?
R.- Quiero decirle a usted que existe la lógica del absurdo. Para los tenebrosos lo blanco es negro y viceversa; recuerde que el camino que conduce al abismo está empedrado de buenas intenciones.
Constantemente me llueven cartas de todas partes solicitándome esa clase de servicios; realmente causa dolor la humanidad; si uno está entregando un mensaje divino a las gentes, en vez de preocuparles el estudio de tal mensaje, lo único que se les ocurre es escribirme dizque para que les arregle los maridos, o también para que les domine la mente de la mujer deseada, o bien que me meta en el pensamiento ajeno con el propósito de que fulano le pague tanto a sutano, etc., etc., verdaderamente todo esto me causa profundo dolor; no me escriben para pedirme orientación esotérica, para aclarar enseñanzas, sino para que les domine a los demás; así es el estado en que se encuentra la humanidad; en esas condiciones prefiero que no me escriban porque sólo me preocupo por dar la enseñanza, por mostrar el camino de la liberación, por indicar la meta que conduce a la verdadera felicidad del espíritu; desgraciadamente esto no quieren entenderlo las multitudes. Existen personas que tienen altamente cotizado el poder de la sugestión mental; cobran tantos pesos o tantos dólares por cada sugestión; tantos otros por ponerle un espíritu (como dicen los espiritualistas) al ser adorado o amado para que los quiera, para que deje a la otra persona entre cuyos brazos duerme, para que venga llorando a la casa y etc., etc., etc. Es claro que todos esos sucios negocios son abismales, tenebrosos y aquellos que los ejercen de buena o mala fe, entrarán inevitablemente al abismo donde sólo se oye el llanto y el crujir de dientes.
4.- Yo echo las cartas y puedo jurar que a la gente le digo la verdad, le ayudo en sus problemas, aunque les cobro porque esa es mi manera de vivir. ¿Cree usted que estoy haciendo bien?
R.- Horrible manera de vivir tiene usted; de hecho es una pitonisa, una hechicera. ¿Cree usted acaso que con el diablo metido adentro, en el reino mismo del corazón, se puede decir la verdad: bien sabe y de una vez conviene que no lo ignore que usted lleva en el fondo de su propio corazón al yo pecador de los mortales, a Satán mismo. Puede acaso estar iluminada una persona que no ha legado a la santidad? El hecho mismo de cobrar por predicar o adivinar, ya es un delito. Piensa usted que es bueno, pero no se extrañe; en el abismo viven muchos anacoretas, penitentes, brujos, hechiceros, adivinos que se sienten mártires y que también creen que van muy bien.
5.- ¿Entonces puede usted decirme, si mis hijos, a los que he enseñado mis creencias, van mal?
R.- Ya que se trata de creencias sobre adivinar hechos, suertes, etc., tengo que decirle que van mal; repito, no es posible conocer el destino de los demás si no conocemos nuestro propio destino y no es posible conocer nuestro propio destino si no hemos llegado al despertar de la conciencia; tal despertar resulta imposible si antes no muere el Yo pecador.
6.- ¿Aun a pesar de que he estudiado en escuelas esotéricas muchos años y de que me he abstenido en el sexo siendo casada, cree usted que no hay salvación para mí?
R.- Lo que creo es que usted va muy mal; es casada y ha rechazado al consolador del cual nos hablara Jesús el Cristo; me refiero al Espíritu Santo; es claro que el Espíritu Santo está en el sexo; sabiéndolo manejar se llega a la iluminación, pero usted lo odia y ni siquiera cumple con sus deberes sexuales con el marido. ¿Todavía cree usted que va bien? Habrá recibido información de tipo oculista o seudo-ocultista, mas nada ha realizado; el Yo pecador está muy vivo en usted, reconózcalo; arrepiéntase, estudie nuestros libros.
7.- Señor, yo hago trabajos de toda clase; arreglo maridos ajenos; hago venir a la gente a la fuerza, etc., etc., etc., y estoy muy bien económicamente ya que gano mucho dinero. ¿Qué podría usted decirme sobre esto?
R.- La miseria en este caso le vendrá un poquito más tarde; mientras tanto conténtese con los sufrimientos morales que tiene que no son por cierto muy agradables; recuerde que tiene un hijo enfermo de epilepsia; esta clase de enfermos son realmente posesos del demonio. ¿No lo entiende? ¿No quiere entenderlo? la suerte que le aguarda será el abismo y la muerte segunda.
CAPITULO: HECHICERIAS
1.- Por ser el cumpleaños de mi hermana, llegué a su casa a la cual no iba desde hacía bastante tiempo porque ella la frecuenta cada 8 días. La encontré bastante enferma sin saber a ciencia cierta lo que tenía; ella me explicaba que hacía mucho que sólo en las noches se sentía así, y no podía dormir por falta de respiración; que cuando quería leer cierto libro esotérico que le habían prestado se ponía tan enferma que no podía leerlo, sólo diciendo el conjuro de los 7 que yo le había dado y llamándolo a usted. Viéndola tan enferma, me nació del corazón tomar dos huevos y limpiarla con ellos diciendo el conjuro de los siete del Sabio Salomón que usted nos había enseñado. A los pocos minutos ella se sintió bien y pudo respirar perfectamente.
¿Deseo que usted me diga si hice bien y a que se debió esa enfermedad?
R.- No hay duda de que los tenebrosos suelen atacar a las personas que buscan el sendero de la luz; es claro que en el mundo invisible viven las potencias de las tinieblas; ellos vigilan y cuando ven que una alma intenta escapárseles de sus garras, entonces se esfuerzan en desviarlos, en alejarlos del camino luminoso.
Usted hizo muy bien curando a su hermana; no hay duda de que el huevo usado en la forma en que usted lo hizo tenía cierto poder mágico maravilloso; permite eliminar ciertas larvas y fluidos de tipo maligno que suelen acumularse en la atmósfera de las personas, ocasionando diversos malestares.
Es necesario que las personas que lean estas líneas conozcan ese conjuro de los Siete del Sabio Salomón que fué el que usted usó para ahuyentar a los tenebrosos que atacaban a su hermana; el conjuro es así:
«EN NOMBRE DE MICHAEL QUE JEHOVÁ TE MANDE Y TE ALEJE DE AQUÍ CHAVAJOT. EN NOMBRE DE GABRIEL QUE ADONAÍ TE MANDE Y TE ALEJE DE AQUÍ BAEL.
EN NOMBRE DE RAFAEL DESAPARECE ANTE ELIAL, SAMGABIEL. POR SAMAEL SABAOTH Y EN NOMBRE DE ELOHIM GIBOR, ALÉJATE ANDRAMELECK.
POR ZACHARIEL ET SACHIEL MELECK OBEDECE ANTE ELVAJH, SANAGABRIL. EN EL NOMBRE DIVINO Y HUMANO DE SCHADDAY Y POR EL SIGNO DEL PENTAGRAMA QUE TENGO EN LA MANO DERECHA, EN NOMBRE DEL ANGEL ANAEL, POR EL PODER DE ADAM Y DE EVA QUE SON JOTCHAVAH, RETÍRATE LILITH, DÉJANOS EN PAZ NAHEMAH.
POR LOS SANTOS ELOHIM Y EN NOMBRE DE LOS GENIOS CASHIEL, SCHALTIEL, APHIEL Y ZARAHIEL AL MANDATO DE ORIFIEL, RETÍRATE MOLOCH, NOSOTROS NO TE DAREMOS A NUESTROS HIJOS PARA QUE LOS DEVORES, AMÉN, AMÉN, AMÉN.
Hay que aprender de memoria esta conjuración y usarla en el momento en que se necesita; usted supo usarla en el preciso instante.
2.- Al otro día regresé a su casa con otro hermano Gnóstico, porque la ví muy sombría, y juntos quemamos azufre, incienso y mirra en toda la casa; pusimos el pentagrama esotérico que usted me había magnetizado e hicimos cadenas llamando a todos los Maestros de la Blanca hermandad para que ellos ayudaran. ¿Cree usted que estuvo bien?
R.- Los sahumerios son muy útiles para limpiar la atmósfera de las casas. El azufre, por ejemplo, desintegra larvas; los otros sahumerios hay que saberlos usar. Usted ha debido quemar el azufre por unos 9 días seguidos, para purificar la atmósfera de esa casa limpiándola de larvas astrales y después, haber continuado con los otros sahumerios, porque el incienso y la mirra son muy útiles, mas no se mezclan con el azufre, resultan incompatibles.
El Conde Cagliostro invocaba a los cuatro santos a cuatro Angeles que, situados en los cuatro puntos cardinales de la tierra, gobiernan todo el destino de los seres humanos.
No hay duda de que el Conde Cagliostro usaba también para esto los sahumerios; ofrecía laurel al Genio de la Luz que vive en el Oriente. Mirto al Angel del occidente, incienso al Rey del norte, Mirra al rey del sur. En caso de grave necesidad se pueden invocar a estos cuatro santos, ofreciéndoles sus sahumerios correspondientes a cada cual y pidiéndole de todo corazón la anhelada ayuda.
CAPITULO: MEDICINA OCULTA
1.- ¿Qué me dice usted , Maestro, sobre las curaciones a distancia?
R.- Constantemente me vienen cartas de distintos lugares del mundo solicitando tales curaciones. Nosotros nos limitamos a la medicina espiritual; indicamos la hora precisa en que pueden concentrarnos, es decir pensar en nosotros, invocarnos.
Es claro que nosotros asistimos espiritualmente a los enfermos y algunas veces hasta nos hacemos visibles delante de ellos.
Por lo común, los instruimos en el sentido de que enciendan tres fuegos a determinada hora conveniente; les aconsejamos poner un vaso de agua ante estos tres fuegos o lumbres; les insistimos que, después de una media hora de concentración en nosotros, beban el agua.
Es evidente que en esa agua depositamos ciertas substancias que, al ser llevadas al interior del organismo, suelen realizar curaciones maravillosas.
En el trabajo de curación cooperan varios maestros tales como Paracelso, Hilarion, San Rafael y algunos otros. No siempre les indicamos concentración específica en Samael. «Yo tengo mucho trabajo»; también les señalamos a cualquiera de los otros maestros con el mismo propósito.
Lo importante es que los enfermos tengan fe porque ésta hace milagros; ya como lo dijo el Cristo:
«Tened fe como un grano de mostaza y moveréis montañas».
La fe es un poder solar maravilloso con el cual se pueden realizar muchos prodigios. Nuestro sistema de curación espiritual no riñe con los doctores; cada cual puede tener fe en nuestros métodos y consultar en el mundo a su médico.
2.- ¿Se puede curar cualquier enfermedad por medio de estos métodos?
R.- Es claro que los maestros de la ciencia sanan el cuerpo vital medicinándolo y el resultado más tarde es la curación del organismo físico; sin embargo, hay enfermedades kármicas muy graves, resultado de malas acciones cometidas en vidas anteriores; cuando el castigo es muy severo la curación se hace imposible; sin embargo, los maestros de la medicina asisten y tratan de salvar al paciente.
3.- ¿se puede llegar a curar sin necesidad de atención médica?
R.- Cuando le persona no debe un Karma muy grave los maestros de la ciencia pueden curar al enfermo, aunque éste no consulte a ningún doctor.
4.- ¿todas las enfermedades son kármicas?
R.- No hay que exagerar las cosas, distinguida señorita no todas las enfermedades suelen ser kármicas; por eso es que muchos pacientes sanan rápidamente con nuestros procedimientos psíquicos o espirituales.
Empero es conveniente saber que por estos tiempos están apareciendo muchas enfermedades desconocidas, resultado espantoso de la perversidad humana; tales enfermedades suelen ser mortales.
5.- ¿Puede usted decirme si existe la enfermedad del mal de ojo?
R.- Tengo que decirle a usted que en las ciudades mueren millares de niños a consecuencia del mal de ojo. Sucede que en los países supercivilizados las gentes no creen en tal enfermedad y por ello la mortandad aumenta en forma general.
Cualquier persona con fuerza hipnótica inconsciente, al mirar a un niño hiere involuntariamente su cuerpo vital y el resultado no se hace esperar mucho; pronto la criatura aparece con grandes ojeras, vómito, calentura, diarrea, etc., y los galenos, por lo común, diagnostican infección intestinal; le recetan muchos antibióticos, cucharadas, etc., pero la criatura en vez de mejora, enferma y muere.
6.- ¿Qué se puede hacer para curar estos casos?
R.- Lo mejor es hacer fuertes pases magnéticos de abajo hacia arriba sobre el rostro y párpados del niño, con el propósito firme de eliminar los fluidos vitales tenebrosos. Conviene encender un fuego, vela o veladora, y leerle a las criaturas la conjuración de los Siete del Sabio Salomón, tal como está escrito en esta cartilla elemental de introducción a la Gnosis; también se debe santiguar en la frente, en el pecho, sobre la cabeza y en las espaldas al niño enfermo a tiempo que se le leen los cuatro evangelios.
7.- ¿Leer los cuatro evangelios es muy largo; no se podría abreviar algo?
R.- Sí, señorita; se pueden leer las bienaventuranzas con verdadera fe, para arrojar un fluido curativo lo suficientemente fuerte como para desalojar los malos fluidos acumulados en el organismo del enfermo, a fin de que este sane.
8.- ¿Existen enfermedades por hechicerías?
R.- El mundo está lleno de eso distinguida señorita; podría citar innumerables casos, pero no cabrían dentro del marco de este libro que estamos terminando. Ante todo debo decirle que lo primero que se necesita es el diagnóstico exacto; sólo así es posible curar.
Desafortunadamente son muy raros los curanderos que de verdad saben diagnosticar una enfermedad ocasionada por hechicerías. Voy a citar un caso muy especial relatado por el Sabio Waldemar, ya entre comillas porque no me gusta adornarme con plumas ajenas, mas como es realmente sensacional, es bueno que nuestros lectores lo conozcan.
Uno de los casos más interesantes de celos vampirescos lo experimentó el investigador oculista francés Eliphas Levi (abate Constant).
Durante su estancia en Londres trabó Levi amistad con un joven duque, en cuya casa estaba invitado casi cada día. Hacía poco que el duque se había casado con una joven y extraordinariamente bella princesa francesa y que por cierto que contra el deseo de su familia protestante, ya que la joven era católica practicante.
El duque, como pudo comprobarlo Levi, había levado durante largos años una vida un tanto frívola, por no decir libertina, teniendo por mucho tiempo por amante a una joven italiana, bailarina de ballet, hasta que por fin la dejó, puesto que en realidad sólo amaba por entero a su esposa.
Cierta tarde enfermó la duquesa, por lo que tuvo que guardar cama, los médicos diagnosticaron un principio de embarazo, pero luego se mostró que la debilidad que padecía debía tener por origen otra causa. Y a pesar de que el duque llamó a consulta a los más famosos médicos de Londres, éstos se vieron ante un enigma. Fueron empleados los más diversos remedios, mas sin éxito alguno.
Frecuentaba también el palacio del duque un anciano abate francés, que conocía ya a la princesa de París, y quien halló especial agrado en conversar con Eliphas Levi sobre problemas metafísicos, por los que él también se interesaba desde décadas, y no solo teóricamente. Cierta noche se quedaron ambos a solas en el salón, pues el duque, preocupado, había ido al lado de su mujer enferma. Era una noche fría y húmeda; fuera ondeaba la célebre niebla londinense que empañaba la luz de los faroles. De pronto, el abate se asió de una mano a Levi y dijo con voz queda: «Escuche, querido amigo, desearía hablar de algo usted. ¿Puedo estar seguro de su entera discreción?» Levi respondió afirmativamente, y el Abate prosiguió: «Tengo todos los motivos para suponer que la enfermedad de la duquesa no es natural. Conozco a Mildred desde niña y siempre fue la muchacha más sana que usted se pueda imaginar. Mas ahora languidece y se debilita de día en día; parece como si de desangrara misteriosamente».
¿Cree usted que se halla bajo el influjo de algún poder oscuro? ¿Qué hay en juego algún sortilegio? -Preguntó Levi.
-Puedo fiar muy bien de mi voz interior, y por ello casi me atrevería a decir que en esa enfermedad hay algo que no va como debe. ¿Quiere usted ayudarme a romper el ensalmo?
-Con mucho gusto.
-Bien, en tal caso no debemos perder tiempo. Le agradecería que media hora antes de la media noche viniese a mi domicilio para una conjuración en compañía. Intentaré interpelar al poder tenebroso. Acaso nos llegue una respuesta del más allá...
Tras esta conversación, Eliphas Levi tomó un coche de punto y se trasladó a su domicilio, donde hubo de lavarse, afeitarse y mudarse de ropa de cabeza a pies, pues los espíritus de la zona media, que eran los que pensaba invocar el Abate, exigían de sus conjuradores la más escrupulosa limpieza. También el traje debía estar de acuerdo con su naturaleza; no soportaban ningún tejido de animal, por lo que quedaban descartados los de lana, así como los zapatos de piel.
Debido a que la casa del Abate se hallaba al Nordeste, en Hampstead Heath, y Eliphas vivía en la plaza Russel, o sea que era considerable la distancia entre ambos lugares, Eliphas debió hacer su aseo a fondo con cierta prisa si quería estar a la hora convenida con el Abate. A unos cuarenta minutos antes de la medianoche llegó a Hampstead Heat. El Abate en persona, todo de blanco, le abrió la puerta y lo condujo por una elevada escalinata a un aposento que se hallaba a un extremo del corredor del primer piso. Aquí, los ojos de Eliphas debieron primero acostumbrarse a la oscuridad: llamas azuladas y temblorosas despedían un incienso oliendo a ámbar y almizcle.
A la incierta luz, Eliphas observó una gran mesa circular que se hallaba en el centro de la habitación, y plantado sobre ella, el crucifijo invertido, símbolo del falo. Junto a la mesa se encontraba un hombrecillo delgado. «Es mi criado -cuchicheó el Abate-. Ya sabe usted que es indispensable la cifra tres para estas conjuraciones. Comience usted con la primera invocación». Esta invocación por parte del Abate era más que una cortesía, pues las potencias de la zona media podrían enojarse y vengarse sobre el dueño de la casa, hasta acarrénadole la muerte, caso de que permitiera rebajar la armonía de su esfera por un intruso incompetente.
El ceder, pues, así la invocación al amigo, era muestra de que consideraba a Eliphas como maestro de primera categoría en la magia. Y la tal suposición era en verdad justificada. Si alguien podía ejecutar con éxito, con frente despejada y sin temor, puro corazón y una voluntad fortalecida por numerosas pruebas, las milenarias ceremonias de la magia sagrada, era este hombre, que en el reino de los espíritus ejercía tanto dominio como en el de sus criaturas encarnadas y adeptos.
Entre el velo de humo, Eliphas tendió la mano instintivamente a la izquierda; allá debía hallarse el recipiente con el agua bendita que debía haber sido sacada, en una noche de plenilunio, de una cisterna y velándose, orando sobre ella durante veintiuna noches. Ahora hizo una aspersión a los cuatro ángulos de la habitación; el Abate hacía de acólito y ondeaba el incensario. En el humo comenzaron a forjarse raras figuras y, al mismo tiempo, les pareció como si un frío helado brotara del suelo y les llegara hasta la punta del pelo, dificultándoles la respiración.
Eliphas Levi profirió ahora con más fuerza las palabras de invocación. Súbitamente parecieron retirarse las paredes de la habitación, y como si se abriese un abismo ante ellos, amenazando engullirles, infinito y astral: brillaron resplandores de destellante luminosidad, y se cubrieron los ojos para no ofender, por una mirada indiscreta, al espíritu invocado. Con voz recia preguntó Levi la causa de la enfermedad de la duquesa Mildred. No recibió respuesta. Los vahos de humo se espersaron de tal modo que amenazaban con privar los sentidos. Precipitándose a la ventana, Eliphas oyó súbitamente una voz, la cual, aunque era fuerte y resonante, parecía salir de los más profundo de sí mismo y llenar todo el espacio de su alma. Lo que la voz le gritó era tan espantoso, que sus piernas se negaron a moverse, y se quedó como petrificado en el mismo sitio en que estaba.
El Abate fue ahora quien se precipitó a su lado junto a la ventana, pero sus manos temblorosas, sin fuerzas, no lograron abrir el pasador. El criado, que había asistido pasivamente a la invocación yacía desmayado en el suelo.
Eliphas salió por fin de su entumecimiento y rompió el cristal con el crucifijo, absorbiendo con fruición, en compañía del Abate, el aire fresco de la noche, especialmente él, que bañaba, por decirlo así, se febril cabeza en la húmeda niebla. Por todos sus nervios recorría la espantosa acusación que el misterioso espíritu había lanzado con claridad inequívoca contra él. Cuando por fin se recobró algo, se volvió a la habitación. El humo se había disuelto entretanto, y la lamparilla seguía ardiendo tenuemente. El Abate, palidísimo, contemplaba a Eliphas con ojos dilatados, y balbuceó: «¿Es usted realmente culpable, amigo mío? ¡No puedo creerlo».
-Así que ha oído usted la respuesta del espíritu?
El Abate dejó caer la cabeza, como abrumado, en gesto de asentimiento: «...Sí...» -musitó apenas perceptiblemente.
-Le juro a usted- Manifestó con vehemencia Levi -que he tomado el símbolo con manos puras, que en mi vida cometí jamás un crimen! ¡Le juro a usted que no estoy manchado de sangre!
Al decir estas palabras, se acercó más a la lámpara, de manera que el resplandor de ésta cayó de lleno sobre él. Espantado, señaló ahora el Abate con el dedo a la mandíbula y pechera de la camisa de Eliphas. Ahí... mírese usted mismo al espejo... dijo, tomando de la mano a su amigo y conduciéndolo ante un gran espejo de pared que pendía en una habitación contigua. Y allá comprobó Eliphas un rasguño en su barbilla, con unas gotitas de sangre seca; también en su camisa aparecen otras gotitas. Debió haberse cortado al afeitarse tan apresuradamente... Así la respuesta del espíritu se explicaba perfectamente: «Yo no hablo con un manchado de sangre».
Levi sintió como si su corazón se aligerara en muchas arrobas; el Abate parecía, no obstante, más abrumado y se había dejado caer sobre un sofá; contraíanse convulsivamente sus hombros y escondía el rostro entre las manos. Levi intentó calmar al anciano, pero éste le rechazó diciendo: «Se trata de la pobre Mildred; cada hora consume su vida. De no ser así, podríamos invocar de nuevo al espíritu en tres veces veintiún días, con la debidas ofrendas y plegarias... pero es demasiado tiempo, pues en el interin morirá Mildred».
Levi no supo que responder y se cernió un silencio denso, que corto el Abate al levantarse y caminar con pasos un tanto vacilantes de un lado a otro de la sala: «¡Cueste lo que cueste, debo obtener una respuesta... a cualquier precio! ¡prométame, amigo mío, que no me abandonará!».
Una vaporosa determinación se leía en la mirada del anciano; para tranquilizarle, Eliphas respondió:
-Le dí mi palabra de ponerme a su disposición como mago. Y puesto que el
ivo no ha sido logrado aún, mantengo la palabra dada. «Entonces, quédese aquí; dentro de doce horas efectuaremos otra conjuración; invocaré a los espíritus de la zona baja...»
«Eliphas se sobresaltó; ¿Se había vuelto loco el viejo? Usted... ¿qué dijo? ... un hijo de la Iglesia quiere entrar en contacto con los espíritus infernales? ¡No, eso no está ni siquiera en la intención de la devota duquesa! Renuncie a ello, no arriesgue su alma.
(Es ostensible que invocar Demonios es Magia Negra. Resulta palmario que la Magia Negra trae hambre, desnudez, enfermedades y calamidades físicas y morales).
«Había tal glacial decisión en las palabras y ademanes del Abate, que Eliphas sintió que toda réplica sería vana. Y contra su voluntad, aunque por lealtad a la palabra dada, aceptó el requerimiento de su amigo».
«Quedóse como huésped en la casa y, tras la extraordinariamente tensa y fatigosa conjuración anterior, durmió tan pesada y profundamente que se despertó tarde en la mañana».
«El día pasó en las debidas purificaciones y plegarias. Por la noche, Eliphas recibió la ropa apropiada para el servicio del Diablo, y los requisitos. Como ya antes le había manifestado el Abate que, aunque le asistiría como acólito, no tomaría parte activa en la invocación; vistióse también con el ropaje prescrito».
(lo que sucedió después, es algo que francamente de ninguna manera quiero transcribir porque hay responsabilidad en la palabra; es preferible en este caso callar. «El silencio es la elocuencia de la sabiduría).
(Es palmario que si uno transcribe párrafos tenebrosos, se convierte en cómplice del delito; eso es tanto como enseñar a las gentes magia negra).
(Afortunadamente los invocadores del presente relato, no lograron hacer visibles y tangibles a los Demonios invocados).
(Lo único que consiguieron fue que brotara de entre la pared una salamandra o pequeña criatura inocente del fuego).
«El Abate, haciendo acopio de todas sus fuerzas, preguntó por la dolencia de la Duquesa».
«¡Batracios! -dijo la salamandra con voz infantil, y en el mismo instante desapareció».
«Eliphas vio entonces como el Abate se tambaleaba y se desplomaba al suelo».
«Eliphas tomó en sus brazos su magro cuerpo y lo llevó al dormitorio, donde desnudando al anciano le puso en la cama, yendo luego a buscar al criado que trajese algún reconfortante. Al volver, se encontró con que el Abate había vuelto en sí por completo, mas su aspecto era el de un hombre abatido que parecía haber envejecido muchos años.
(Es obvio que el Abate estaba haciendo esfuerzos sobrehumanos por salvar a la duquesa).
¡Todo inútil! -dijo con voz feble- ¡la pobre Mildred habrá de morir! ¡Mi alma..., oh, mi alma...!¿Qué quiere decir batracios?
-Sólo sé- respondió Eliphas - que es una palabra griega que significa rana.
No tardó en venir el criado con vino y bizcochos, pero el Abate rechazó todo alimento; Eliphas tomó algo e intentó arrancar de su desesperado letargo a su amigo, mas fue inútil que pretendiera reanimarlo. Y con el corazón oprimido se trasladó a su domicilio.
Al día siguiente fue a informarse de cómo se encontraba el Abate y la duquesa.
Mildred iba cada vez peor. El médico de cabecera daba por descontado su óbito.
También el Abate se hallaba en grave estado; se negaba a todo alimento, no respondió al principio a las preguntas del amigo, y le manifestó después que pensaba poner fin a sus días mediante la inanición. Hondamente entristecido se despidió Levi, preocupándole mucho las trágicas consecuencias del precaminoso conjuro.
Durante las dos tardes siguientes, se sumió de nuevo en sus acostumbrados estudios y, mientras leía el Enriquiridion de León III, se detuvo en un punto en el que, por medio de la clave de Trithenus, se descifraba del escrito esotérico Kabalístico lo siguiente: «Un apreciado encantamiento maléfico es el de la rana». (Nos abstenemos de entregar la fórmula secreta del sapo para no dar armas a los criminales perversos de la Magia Negra).
Como un relámpago atravesó la mente de Eliphas, y sin cerrar siquiera el libro, se puso el sobretodo y lanzóse a través de las calles de Londres, que se iban sumiendo en el crepúsculo vesperal. Por fin halló un carruaje y le pareció insoportablemente largo el tiempo que tardó en llegar al palacio del Duque. Rostros llorosos le recibieron en él: «La duquesa se encuentra en agonía; se le administran los últimos sacramentos...», le informaron.
«¡Yo puedo salvarla!», clamó Eliphas; y apartando a los pasmados criados se precipitó a la habitación de Mildred, donde halló al Duque. Con jadeante respiración, Eliphas le suplicó: «Me conoce usted lo bastante para saber que soy de su confianza. Créame, pues, que no se ha perdido aún toda la esperanza. En tanto viva la duquesa no hay por qué desesperar. Pero le ruego me deje a solas con ella, y por amor de Dios, no me pregunte nada..., tenga confianza en mí! Aunque atónito y confuso al extremo, el duque accedió al deseo de Eliphas, pidiendo a los presentes en la estancia: un médico, un sacerdote y una doncella de la paciente, que la abandonaran. Una vez solo, Levi cerró la puerta tras sí y se aproximó al lecho de la princesa. «Ya me lo suponía», murmuró al ver a Mildred sumida en una especie de catalepsia con los ojos e blanco. Sus labios estaban morados y respiraba con suave estertor.