Representación pictórica de la ansiada 'fuente de la eterna juventud' (Wikimedia commons)
Conseguir la inmortalidad y ser eternamente joven ha sido, sin lugar a dudas, dos de las cosas que el ser humano ha buscado con más ímpetu y tratado de conseguir a lo largo de la Historia. Existen numerosas evidencias y antiquísimas crónicas de cómo nuestros antepasados ya hablaban de labúsqueda de pócimas milagrosas y fuentes en las que beber o bañarse y conseguir la tan ansiada juventud.
Numerosos son los relatos en los que insignes hombres fueron a la búsqueda de la fuente de la eterna juventud o aparecen alquimistas en sus rutinarios laboratorios experimentando con mil y un potingues intentando hallar el componente secreto que les proporcionará vivir para siempre.
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Pero, evidentemente, la Historia ha proporcionado a lo largo del tiempo un buen puñado de curiosos y sorprendentes casos de personas o colectivos que murieron durante esa búsqueda de la inmortalidad tanto física como espiritual.
‘Sokushinbutsu’, una práctica de auto momificación para convertirse en un Buda y por la cual el monje dejaba gradualmente de tomar alimento alguno y únicamente se le proporcionaba un té que le provocaba vómitos hasta dejarlo deshidratado por completo. Esto era un largo proceso que lo llevaba a un trance meditativo profundo. Y esto último es lo que buscaron, hace más de un milenio, los budistas a través del
Evidentemente, lo que en el budismo se consideraba que aquel cuerpo había llegado a un estado de iluminación y eternidad era el fallecimiento del monje. A pesar de ello, estaban convencidos que esos Budas estarían en un estado de espera para ser despertados cientos o miles de años después cuando la humanidad necesitase de sus conocimientos y cuerpos intactos. Mientras tanto eran expuestos en los templos.
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Así como muchos hombres de ciencia creyeron que a través de la sangre circulaban la mayoría de enfermedades y empezaron a realizarse sangrías a pacientes con el fin de sacarle aquello malo que corría por sus venas, otros estaban convencidos que era precisamente la sangre lo que potenciaba la vida de los seres humanos, teniendo ésta una caducidad que provocaba el envejecimiento de las personas, de ahí que una transfusión de sangre de una persona más joven y sana a otra enferma y mayor le devolvería la lozanía y juventud a esta última.
Alexander Bogdanov, quien durante las dos primeras décadas del siglo XX experimentó con otras personas, pero sobre todo consigo mismo, transfiriendo sangre de jóvenes estudiantes. Entre los informes que dejó por escrito resaltó que desde que se había inyectado sangre nueva se sentía más joven y se le había frenado la caída del cabello. Al menos esto era de lo que estaba convencido el científico ruso
Bogdanov falleció el 7 de abril de 1928 poco después de realizarse una transfusión de sangre de un joven enfermo de malaria.
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Aparte de la sangre, el mercurio fue uno de los elementos que a lo largo de los siglos centenares de alquimista e investigadores creyeron que era la panacea universal para curar todo tipo de enfermedades, conseguir la inmortalidad y eterna juventud.
Múltiples son los casos de ilustres personajes que murieron o enloquecieron a causa de manipular o ingerir mercurio.
Entre los muchos emperadores chinos que fallecieron tras consumir un supuesto elixir que contenía mercurio destaca Qin Shi Huang, a quien se le rodeó la tumba de este tóxico elemento.
Pero no podemos olvidar el conocido como‘elixir de la vida’ que muchos alquimistas hicieron a base de oro líquido. Un brebaje con el que se aseguraba una larga vida y perpetua juventud. Uno de esos personajes que, a lo largo de su vida, se atiborró del mencionado elixir fue la famosa aristócrata Diana de Poitiers, quien pasó a la Historia por ser una de las amantes del rey Enrique II de Francia.
Según las crónicas de la época, Diana de Poitiersera poseedora de una belleza sinigual y, a pesar de fallecer en 1566 a la edad de 67 años, cuando murió tenía el aspecto de una mujer mucho más joven. Gracias a unos análisis realizados en 2008 por un equipo de investigadores a los restos de la aristócrata se descubrió que tenía una cantidad ingente de oro, por lo que la ingesta del elixir en sus últimos años podría haber sido la causa de su fallecimiento.
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A finales del siglo XIX entre el colectivo científico se hablaba con sorna de lo que llamaban el ‘elixir Brown-Séquard’, un fluido a base de testículos de cobayas y perros y que el ilustre fisiólogo y neurólogo Charles-Édouard Brown-Séquard había preparado para ser inyectado y con ello conseguir el rejuvenecimiento.
Él mismo se lo inyectó para intentar demostrar que estaba en lo cierto, pero nunca lo pudo demostrar ya que falleció.
Cabe destacar que antes de empezar a experimentar con esos preparados, Charles-Édouard Brown-Séquard fue uno de los grandes hombres de ciencia de su época, siendo el primero en describir un síndrome neurológico que con el tiempo fue bautizado como síndrome de Brown-Sequard.
Y finalizo este post sobre algunas de las maneras en las que murió gente que intentaba hacerse inmortal con el curioso (y más reciente) caso de Thomas A. Donaldson, un matemático norteamericano que ha pasado a la Historia por ser un ferviente defensor de la criopreservación y quien, tras haber sido diagnosticado de cáncer, solicitó permiso a un tribunal de California para poderser preservado criogénicamente. Así sucedió cuando murió en 2006. Lo que llama la atención es que abrió la puerta a que se sucedieran algunas muertes extrañas y suicidios de personas que solicitaron ser crionizados (hay algunos casos que se han llevado a término) y revivir en el futuro.
Fuente: io9